
Los conceptos Smart Food (comida inteligente) y Slow Food (comida lenta) han irrumpido con fuerza en el mundo de la nutrición, la vida sana y el bienestar. Pero no se trata de dietas milagro para perder peso en unas pocas semanas, ni tampoco de métodos de desintoxicación alimentaria.
El Smart Food y el Slow Food, dos ideas diferentes aunque interrelacionadas y con puntos en común, son en realidad una concepción muy amplia, casi una filosofía de vida, basada en: un análisis y conocimiento de lo que comemos y de los diferentes ingredientes y materias primas de los alimentos y bebidas, la búsqueda de la excelencia en nutrición y la preocupación por saborear las comidas, tomándonos el tiempo necesario en disfrutar de sus sabores y texturas.
¿En qué consisten las filosofías del Smart Food y el Slow Food?
El Smart Food es una filosofía de vida enfocada en la alimentación, entendida de un modo global e integral. Los seguidores de este estilo de vida tratan de alcanzar el bienestar físico y emocional a través de una alimentación sana y equilibrada, que se construye a partir de un grupo de 30 alimentos seleccionados por su destacado valor nutricional.
Como contraposición al Fast Food, estilo de alimentación compuesto por alimentos fritos o precocinados de nula calidad culinaria y escaso valor nutricional, nos encontramos también con el fenómeno de Slow Food. En cierta forma, se trata de un movimiento internacional complementario del Smart Food, ya que también se basa en el consumo de alimentos naturales y sanos. El valor diferencial del Slow Food es que pone mayor hincapié en la necesidad de saborear la comida con la calma necesaria, dedicando el tiempo que haga falta en valorar y disfrutar de las diferentes texturas y sabores de una buena alimentación. El Slow Food valora muy especialmente los productos locales y de proximidad vinculados a la gastronomía más tradicional.
La dieta Smart Food, el arte de alimentarse de manera inteligente
La dieta Smart Food se fundamenta en evidencias científicas y estudios objetivos y contrastados con fin de determinar cuáles son los mejores alimentos, los más sanos y con mayor valor nutricional. Una vez confeccionada esta lista de alimentos inteligentes (smart) o superalimentos, cada persona puede personalizar su propia dieta en función de sus gustos y opciones personales: se pude ser o no vegetariano o vegano, apostar por los alimentos de proximidad, etc.
Los objetivos de este estilo de alimentación son: preservar y mejorar la salud con una dieta saludable, así como evitar el sobrepeso sin necesidad de una restricción calórica. Se trata de una apuesta clara por los productos naturales y por un estilo de vida equilibrado que evite las enfermedades cardiovasculares, tan frecuentes hoy en día.
Los pilares de la alimentación Smart Food
Para logra sus metas, el movimiento Smart Food se sustenta sobre los siguientes pilares básicos:
- Los 30 alimentos inteligentes (smart) divididos a su vez en dos grandes grupos: Longevity Smart Food y Protective Smart Food.
- Priorización de los alimentos de origen vegetal.
- Establecimiento de dietas personalizadas a través la genómica nutricional.
- El control del peso, sin restricciones calóricas ni la eliminación de determinados tipos de alimentos.
Pasamos ahora a desarrollar cada uno de estos cuatro factores básicos de la filosofía Smart Food.
Los superalimentos
La dieta Smart Food ha identificado un total de 30 alimentos imprescindibles en nuestra alimentación por tener un gran valor nutricional superior y otros efectos muy beneficiosos para nuestra salud. Este grupo de alimentos smart está compuesto básicamente de frutas y verduras, siendo algunos de los más destacados: la uva, la curcumina, los frutos rojos, las cerezas y la col lombarda.
Este grupo de alimentos especialmente beneficios se dividen a su vez en dos categorías:
- Longevity Smart Food. Grupo de alimentos sanos, equilibrados, que pueden evitar el sobrepeso y frenar el envejecimiento prematuro.
- Protective Smart Food. Alimentos que contienen sustancias beneficiosas que protegen ante diferentes enfermedades.
Mayor proporción de alimentos de origen vegetal
Aunque la Smart Food no es un tipo de alimentación que pueda considerarse vegetariana ni vegana, sí que aboga por incrementar la proporción de vegetales, legumbres, hortalizas y frutas en nuestra dieta. Estos alimentos son muy saludables y ricos en: nutrientes, fibra y sustancias bioactivas, todo ello con un aporte calórico bajo.
Dieta personalizada
La filosofía Smart Food defiende una dieta individualizada basada en el estudio del genotipo nutricional de cada persona y también en sus gustos y valores personales. Sobre la base del listado de alimentos considerados esenciales, se pueden hacer múltiples combinaciones, todas ellas igualmente válidas.
Para el establecimiento de tratamientos nutricionales personalizados, se recurre a la genómica nutricional, la cual tiene dos vertientes: la nutrigenómica, que estudia cómo influyen los nutrientes en los genes de cada individuo y la nutrigenética, que investiga de qué forma afectan las variaciones genéticas de cada persona sobre la ingesta de nutrientes que debería tomar para potenciar su salud
Control del peso
El estilo de vida Smart Food consideran que las personas deben tratar de controlar su peso, para evitar enfermedades y sentirse lo mejor posible. Pero la forma de lograrlo es mediante la ingesta de alimentos inteligentes, sin restricciones de calorías exageradas, ni eliminar la ingesta de grandes grupos de alimentos. La clave está en tomar alimentos sanos que resulten agradables, como el chocolate y las fresas y evitar las raciones excesivamente abundantes y el consumo de grasas saturadas, alimentos muy azucarados o precocinados.
Slow Food, el estilo de vida que reivindica los valores de alimentación de nuestros abuelos
La dieta Slow Food o comida lenta es mucho más que llevar una alimentación sana y equilibrada. Fundado en los años 80 por el italiano Carlo Petrini, que se atrevió a gritar no a la comida basura, donde nos limitamos a engullir en pocos minutos alimentos poco saludables, esta filosofía de vida suma cada vez más seguidores.
El Slow Food es un movimiento ciudadano que reivindica ciertos valores del pasado: los ingredientes naturales y procedentes de productores locales, la comida casera y tradicional y el concepto de gastronomía con mayúsculas, ligado a las tradiciones y a la cultura popular.
Los 5 factores sobre los que se sustenta el Slow Food
El Slow Food apuesta por un estilo de vida mucho más sosegado que el actual, donde disfrutemos de cada momento con más calma, extrayéndolo el máximo partido a los pequeños placeres de la vida, entre ellos por supuesto la comida. Estos son los puntos clave de esta filosofía:
- Disfrutar de la comida de una forma integral, saboreando los sabores, olores y texturas de los alimentos. Por supuesto, valorar como se merece una buena conversación con la familia o amigos alrededor de la mesa. Igual que se hacía antaño.
- Adquirir alimentos de proximidad, de los denominados kilómetro cero.
- Apostar por la agricultura orgánica, donde primer los alimentos naturales para cuya obtención no se utilicen fertilizantes ni pesticidas artificiales.
- Dar un mayor protagonismo a las frutas y verduras de temporada.
- Recuperar las recetas y estilo de cocina tradicionales.
¿Cómo integrar las tendencias Smart Food y Slow Food en nuestro día a día?
No cabe duda de que la filosofía Smart Food y la Slow Food contiene valores que, si los conseguimos introducir de una forma natural en nuestra alimentación y ritmo de vida, posiblemente nos ayudarán a mejorar nuestro bienestar y salud.
La industria alimentaria, consciente de la necesidad de adaptar sus productos a las tendencias imparables del Smart y Slow Food, lleva unos años reorientando en esta línea la investigación y el desarrollo de nuevos productos. Por este motivo, hoy en día se ha convertido en un objetivo absolutamente prioritario el lanzamiento de productos cada vez más naturales, responsables con el medio ambiente y mucho más eficientes respecto a los valores nutricionales.
Por otro lado, los consumidores reclaman cada vez más información y transparencia sobre los alimentos que adquieren. De ahí la cada vez mayor importancia del clean label (etiquetas limpias) que informan muy claramente sobre el origen de los alimentos y la ausencia de aditivos, colorantes y conservantes artificiales.